Hoy 4 de junio, día internacional de los niños y niñas, víctimas inocentes de la agresión, el Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica hace un llamado a reflexionar, sobre el dolor que sufren los niños y la niñas en todo el mundo que son víctimas de maltratos físicos, sexuales, mentales y emocionales y aquellos ocasionados por conflictos armados, los cuales, según UNICEF (2019), son más de 230 millones.

Según la encuesta de Mujer, Niñez y Adolescencia (EMNA) realizada en nuestro país por el INEC y publicada en agosto del 2019:

o 49% de menores de 1 a 14 años han sido víctimas de algún tipo de violencia al menos una vez en su vida

o La violencia psicológica es la más común: 34%, es decir uno de cada tres menores de 15 años la han experimentado

o Un 33% han vivido violencia física y un 2,6% castigos físicos severos.

o Uno de cada 4 adultos ven como correcto el castigo físico como forma de disciplina

Según EMNA los adultos/cuidadores que violentan a las personas menores de edad se caracterizan por tener pobre control de impulsos y una débil red de apoyo, aspectos que en las circunstancias actuales pueden exacerbarse.

La situación actual de confinamiento derivada de la pandemia COVID19 expone a las personas adultas a factores estresores muy particulares y la demanda de atención y acompañamiento a las personas menores de edad, pueden derivar de forma particular en riesgos por violencia y maltrato dentro de los espacios inmediatos de las familias.

En los artículos 24 y 24 BIS así como en los artículos del 29 al 31 del Código de la Niñez y Adolescencia, queda de manifiesto que es primordialmente en la familia, por parte de padre, madre o encargados, donde deben desarrollarse formas de convivencia caracterizadas por el respeto y la empatía, que potencialicen el desarrollo de habilidades y competencias para la vida en las personas menores de edad a su cargo.

Si de algo se trata esta conmemoración es de construir una cultura de respeto por la población menor de edad y reafirmar nuestro compromiso como  profesionales en Psicología con la protección de los derechos de todas las niñas, niños y adolescentes que habitan en el país; mediante nuestro rol de facilitadores, creando conciencia y acompañando a las familias, en la puesta en práctica de alternativas de crianza y disciplina, asociadas a una convivencia más armónica, empática y respetuosa.