8 DE MARZO DEL 2020: DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. LA PSICOLOGÍA ANTE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES – Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica
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COLEGIO DE PROFESIONALES EN PSICOLOGÍA DE COSTA RICA

8 DE MARZO DEL 2020: DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. LA PSICOLOGÍA ANTE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Fecha Publicación: 06/03/2020

Hoy, 8 de marzo, se conmemoran 110 años de que la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, propuesto por la dirigente socialista alemana Clara Zetkin, como una jornada de lucha por los derechos de las mujeres. En ese momento se exigía el derecho de voto, el derecho a ocupar cargos públicos, el derecho a la formación profesional, el derecho al trabajo y a la no discriminación laboral.

Aunque esta fecha ha querido ser distorsionada por la industria comercial, que invita a comprar regalos para las mujeres, múltiples organizaciones feministas y de mujeres en todo el mundo convocan a recuperar el origen de esta conmemoración: el reconocimiento de la lucha de las mujeres trabajadoras por sus derechos y dignidad.

Esta fecha nos recuerda la lucha de las mujeres, su organización y resistencia cotidianas contra todas las formas de violación de sus derechos, tales como: brechas salariales, flexibilidad laboral, desprotección social, violencia y femicidio, machismo, despolitización de las organizaciones sociales, asistencialismo, poca participación en los procesos de toma de decisiones sociales y políticas de nuestro país, uso mercantil, discriminatorio y degradante de los cuerpos de las mujeres en los medios de comunicación, entre otras.

Aún hoy, las mujeres continúan luchando por empleos de calidad sin hostigamiento sexual, salarios justos, salud ocupacional, libertad sindical, seguridad social, derechos sexuales y reproductivos, erradicación de la violencia que sufren por el hecho de ser mujeres, alternativas de cuido, territorio y vivienda digna, ambiente sostenible para la vida y derecho al placer.

Lamentablemente, el derecho de las mujeres a una vida sin violencia continúa siendo vulnerado de manera constante, no solamente en Costa Rica, sino en todo el mundo. Internacionalmente, alrededor de 87.000 mujeres fueron asesinadas en el año 2017, en espacios públicos y privados, por el simple hecho de ser mujeres; 50.000 de estas mujeres fueron asesinadas por parejas, ex parejas o miembros de su familia; 137 mujeres son víctimas de femicidio diariamente, por parte de alguien del entorno íntimo.

En Costa Rica, el Poder Judicial recibe cerca de 50.000 solicitudes de medidas de protección de la Ley contra la Violencia Doméstica al año. Desde el año 2007 a la fecha se han registrado 352 femicidios en el país. Las estadísticas de la denuncia de delitos sexuales han tenido un aumento consistente, de 6.857 en el año 2014 a 10.476 en el 2018. En la Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres realizada por la Universidad de Costa Rica en el año 2002, se encontró que un 58% de las mujeres reportaban al menos un hecho de violencia física o sexual en sus vidas, lo que implica que las estadísticas de atención de salud y judiciales solamente nos muestran una ínfima parte del problema.

Ante esta realidad, ¿cuál puede ser nuestro rol, como profesionales en Psicología? Indiscutiblemente se abre una gama de posibilidades de trabajo que abarcan desde la elaboración de políticas públicas para enfrentar la violencia contra las mujeres, hasta el desarrollo de acciones de prevención, detección e intervención de primero y segundo orden.

Trabajar en violencia contra las mujeres, como en cualquier otro campo de la Psicología, requiere conocer el problema y la forma en que la violencia contra las mujeres se  reproduce en nuestra sociedad, para abordarla desde una perspectiva de género que nos posibilite, como profesionales en Psicología, comprender la dinámica de esta violencia, desarrollar habilidades de detección y de evaluación de riesgo, y sobre todo, un compromiso ético con las mujeres que se encuentran en situaciones de violencia, para la construcción de una sociedad justa y una cultura de paz.

El rol de la persona profesional en Psicología en prevención es de la mayor importancia en el ámbito educativo, donde se puede contribuir a la formación de niños respetuosos de los derechos de las niñas, y de niñas fortalecidas, con proyectos de vida propios que no tengan como única opción de vida el matrimonio y la maternidad. En el ámbito comunitario, es posible desarrollar actividades de prevención de la violencia contra las mujeres y cultura de paz, de manera de contribuir al desarrollo de una convivencia saludable en las comunidades.

La prevención implica, por un lado, la detección temprana de las señales de violencia tanto en niñas y niños como en mujeres, para garantizar su protección y poder realizar una intervención y por otro lado, ofrecer espacios reeducativos para personas que tienen comportamientos violentos.

Judith Herman (1992) considera que el proceso de recuperación de las mujeres que han vivido situaciones de violencia tiene tres etapas: la primera de ellas está dirigida al establecimiento de la seguridad; la segunda se centra en la reconstrucción de la historia y el duelo y la tercera en la reconexión con la vida cotidiana. La recuperación no es un proceso lineal, sino oscilante y dialéctico. Sin embargo, una recuperación exitosa implicaría poder reconocer una tendencia gradual a pasar del peligro impredecible a la seguridad razonable, del trauma disociado al reconocimiento e integración de los recuerdos, y del aislamiento estigmatizado al restablecimiento de las conexiones sociales

El rol de la persona profesional en Psicología para alcanzar estas metas requiere la implementación de estrategias en diferentes niveles, que permitan reducir al mínimo los efectos negativos de la experiencia de violencia. Estas estrategias deberían abarcar varias etapas: la intervención en crisis, la atención especializada, así como, cuando sea posible, el seguimiento.

Durante la intervención en crisis, como profesionales en Psicología, la prioridad es la protección de la mujer que consulta, lo que implica la evaluación del nivel de riesgo, la aplicación de las medidas legales de protección, la planificación de la salida de la mujer, sus hijas e hijos del hogar y su ubicación de albergues, en caso de ser imprescindible para salvar su vida.

También es importante en esta etapa reforzar la capacidad de la persona consultante para tomar decisiones y resolver problemas, que incluye hacerse consciente del derecho a vivir libre de violencia y de las alternativas existentes, desarrollar la capacidad de cuidarse, conocer acerca de la violencia y sus efectos, aumentar las redes de apoyo, entre otras.

Durante la atención especializada, la prioridad es sanar los efectos post-traumáticos, lo que incluye: reducir los indicadores y secuelas asociados a la experiencia traumática, facilitar el proceso de duelo asociado con las múltiples pérdidas relacionadas al trauma, reducir la vergüenza y la culpa, reconstruir una vida sin violencia y el desarrollo de estrategias de prevención de nuevas situaciones de violencia.

Por último, la intervención se complementa con un proceso de seguimiento que acompañe la creciente autonomía de cada mujer,.

Elaborado por el Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica en colaboración con Teresita Ramellini Centella y Sylvia Mesa Peluffo.

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