Homenaje: La huella de un maestro en la formación psicológica – Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica
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COLEGIO DE PROFESIONALES EN PSICOLOGÍA DE COSTA RICA

Homenaje: La huella de un maestro en la formación psicológica

Fecha Publicación: 14/11/2022

Mag. María Teresita Ulate Olivar
Docente de Educación Inicial y Psicóloga Clínica
Sede Occidente – Universidad de Costa Rica
[email protected] / [email protected]

 

Homenaje: La huella de un maestro en la formación psicológica

La reconstrucción histórica del encuentro con el Psicólogo y Profesor Henry Pérez Morera.

La vida es una experiencia efímera… y como la brisa del viento transcurre, hasta que se deja de percibir… pero queda grabada en la memoria. Teresita Ulate

 

RESUMEN

El presente artículo reflexiona sobre el impacto positivo que provocó el encuentro y relación con el psicólogo y profesor Henry Pérez Morera, en el proceso de formación, al cursar la carrera de Psicología en la Universidad Latina de Costa Rica.

Luego de la triste noticia, que comunica el fallecimiento del profesor Pérez, un grupo de 10 profesionales en psicología se encuentran y a través de la expresión oral reconstruyen las experiencias vividas con el maestro, en el proceso educativo. Y es así como se retoman los relatos expresados y se elabora una breve reconstrucción histórica de la trascendencia y huella pedagógica de ese incomparable docente. Esto con el propósito de compartir esta memoria histórica y evitar que la misma sea borrada.

Entre los colaboradores de los relatos participan las profesionales Msc. Johana Alvarado, Msc. Florita Campos, Msc. Mauren Fernández, Licda. Zeneida Fernández, Msc. Ana García, Msc. Ana Daisy Loría, Licda. Sundry Pérez, Licda.

Nuria Salas, Mag. Teresita Ulate y Bach. Elsi Villalobos. Donde cada una de ellas, desde la sensibilidad que se deriva al recordar, puntúan información relevante del vínculo educativo y profesional suscitado con Henry. Lo cual refleja la calidad humana, profesional, pedagógica y vocacional de una persona que impacta la vida de muchos, con un gran sentido de servicio, entrega y dedicación.

Palabras Clave:

Maestro, experiencia pedagógica, huella, legado, relatos.

Abstract

This article reflects on the positive impact caused by the relationship with the psychologist and professor Henry Pérez Morera, in the educational process, when studying Psychology at the Universidad Latina de Costa Rica.

After the sad news, which communicates the death of Professor Pérez, a group of 10 professionals in psychology meet and through oral expression reconstruct the experiences lived with the teacher, in the educational process. And this is how the expressed stories are taken up and a brief historical reconstruction of the transcendence and pedagogical footprint of that incomparable teacher is elaborated. This with the purpose of sharing this historical memory and preventing it from being erased.

Professionals participate among the collaborators of the stories Msc. Johana Alvarado, Msc. Florita Campos, Msc. Mauren Fernández, B.S. Zeneida Fernández, Msc. Ana García, Msc. Ana Daisy Loría, Licda. Sundry Pérez, B.S. Nuria Salas, Msc. Teresita Ulate y B.S. Elsi Villalobos. Where each of them, from the sensitivity derived

from remembering, score relevant information of the educational and professional bond raised with Henry. Which reflects the human, professional, pedagogical and vocational quality of a person who impacts the lives of many, with a great sense of service and dedication.

Keywords:

Teacher, pedagogical experience, footprint, legacy, stories.

 

INTRODUCCIÓN

La vida diariamente nos confronta con una realidad que muchas veces no se quiere mirar…la muerte… El fin de la vida… un hecho que no tiene retorno. Hoy no es la excepción, porque a través de diferentes medios: el relato oral, mensajes escritos, noticiosos o de alguna otra forma, la comunicación del fallecimiento de alguna persona se transmite a nivel social.

Caycedo (2007) indica: “La muerte es el inexorable destino de todo ser”, pero a pesar de que el ser humano es consciente de esta idea, consideramos que la misma ocurre en el ocaso de la vida, luego de experimentar todos los períodos del desarrollo humano culminando con la ancianidad. Pero esta premisa no es cierta. La muerte, convive con el ser humano desde el mismo momento en que nace y como aspecto inherente a la vida misma, nos invita, nos convoca, nos advierte en la cotidianidad a través de sucesos, enfermedades o acontecimientos.

Este binomio vida-muerte, provoca un impacto en las personas cuando reciben noticias de seres conocidos o cercanos, que fallecen en un momento temprano de sus vidas. En palabras de Hernández (2006) se aprecia

La fatalidad de la muerte se hace más evidente si se concibe como una característica intrínseca al propio ser vivo desde su origen. En opinión de Metchnikoff, la angustia que genera la muerte se debe a que muy poca gente alcanza el fin normal de su existencia, tras “el cumplimiento de un ciclo completo y fisiológico de la vida con una vejez normal, que desemboca en la pérdida del instinto de vida y la aparición del instinto de muerte natural”.

Al respecto, se puede apuntar que, el fallecimiento de una persona que no ha cumplido su ciclo de vida, puede generar muchos sentimientos en sus conocidos y allegados porque este hecho, se percibe como una fatalidad, como un enemigo que ataca intempestivamente.

El pasado 27 de setiembre del 2022, se vive el impacto de una noticia inesperada, se recibe un comunicado que indica el fallecimiento del querido psicólogo y profesor Henry Pérez Morera, una persona muy estimada por muchos profesionales y estudiantes de psicología.

Esta noticia genera incertidumbre, tristeza e incredulidad, porque es un acontecimiento imprevisto para muchos. Y estos sentimientos provocan el cuestionamiento sobre cómo ese suceso era posible, dado que Henry impactó y aportó al desarrollo profesional de muchos psicólogos en nuestro país con su carisma, vocación y pasión por la clínica psicoanalítica.

Ante este acontecimiento se moviliza una gran nostalgia, invadida por muchos recuerdos que se quedaron en la mente y conciencia de algunos discípulos de sus enseñanzas. Y por ello, el presente artículo trata de reconstruir por medio del relato, la historia vivida por diez profesionales de la psicología de la zona de Occidente (específicamente de san Ramón y Palmares) con el profesor Henry Pérez.

Para esta, breve, reconstrucción histórica se emplea la narración de experiencias, donde cada participante relata o expresa sus vivencias con el profesor Pérez. Esta forma de recopilación de información es muy valiosa, porque permite validar la percepción de todas las personas participantes ante un hecho determinado. En este caso el vínculo profesional con el profesor Henry.

En relación a la narración de experiencias Suárez (2021) expresa: “el relato de experiencia narra aquello que vivimos pero que adquiere sentidos particulares porque nos toca y nos interpela, nos hace reflexionar y volver sobre lo hecho para volver a interpretarlo.” Considerando esta idea es que, un grupo de profesionales remembra momentos importantes vividos con el psicólogo y profeso, dando sentido y valor a esas experiencias en el momento actual.

Cabe resaltar que, con esta experiencia oral se describen una serie de relatos que ponen de manifiesto las características profesionales de Henry Pérez como psicólogo y pedagogo en la formación académica. En su rol como profesor atravesó el ser de muchas personas, presentando una visión diferente de la psicología, reflexionando sobre la importancia del ámbito clínico, promoviendo la escucha atenta, consolidando grupos de estudio, marcando un camino en la práctica profesional, responsabilizando al futuro profesional en psicología de su equilibrio y bienestar emocional, pero sobre todo contribuyó en la constitución del perfil profesional del ser psicólogo.

EL COMIENZO

La historia, como acontecimiento en el tiempo, tiene un inicio. Esta historia tiene su origen alrededor del año 2000 cuando la Universidad Latina de Costa Rica descentraliza la carrera: Bachillerato en Psicología en la sede que se ubicaba en el cantón de Palmares. Esta apertura permite que los habitantes de la zona puedan optar por cursar una carrera que, por mucho tiempo, sólo se impartía en el área metropolitana. Esta oferta académica es aprovechada por varias personas de la zona de circunferencia a la sede (Palmares, San Ramón, Naranjo, Zarcero, Grecia y Atenas). El primer grupo en formación fue muy diverso, dado que lo conformaban personas profesionales en otras áreas (docentes de educación inicial y primaria, abogados, contadores, comerciantes), amas de casa y estudiantes recién graduados de la secundaria.

Esta diversidad constituyó una fortaleza para el grupo dado que, en los debates, análisis, discusiones y propuestas que se derivaban de las experiencias de aprendizaje se consolidaban las visiones y percepciones de todos los participantes

Por otra parte, al cursar el plan de estudios propuesto para la carrera, convergen con los estudiantes en formación una gama de profesionales con diferentes visiones, posiciones profesionales y diversidad de interese en el campo de la psicología.

Ante esta diversidad, estudiantil y docente, Maldonado y otros (2011) apuntan: “Las propuestas curriculares recientes se fundamentan en el desarrollo de competencias profesionales, lo que propicia prestar atención de calidad a la diversidad”. De acuerdo a esta idea, se puede anotar que en la formación profesional se propicia un encuentro de saberes y experiencias que permite el desarrollo de lazos o vínculos desde la atención y la escucha mutua.

En ese bagaje profesional y docente se realiza encuentro con Henry Pérez en los cursos de Modelo Médico Psiquiátrico I y II. Y desde este momento se empieza a desarrollar una serie de experiencias de aprendizaje, desde los diferentes cursos que impartía y también trascendiendo el ámbito universitario gestando un movimiento de formación y estudio continuo, donde se hace pregunta y se buscan respuestas a las diferentes necesidades e intereses que se suscitan.

Al respecto AG expresa: “Henry marco para mí, un antes y un después, atravesó mi vida personal y profesional. Y estaré por siempre agradecida”. Este relato ejemplifica como este profesional, en su labor docente, pasó y tocó la vida de cada estudiante y esta marca quedó instaurada en su ser, contribuyendo a la conformación del perfil profesional.

Conocer a Henry, fue un regalo de vida y se podría decir que no fue casualidad. Las circunstancias mediaron para el encuentro. Por un lado, un grupo de estudiantes en formación con muchas ansias de conocer y crecer profesionalmente; y por el otro, un joven profesional con una gran disposición de dar. Es así, como el destino entreteje los hilos que permiten la unión o el encuentro. Ante esto MF comenta: “Así conocimos a Henry Pérez, en aquel momento un joven e inteligente hombre psicólogo y un apasionado del psicoanálisis”

Henry denotaba una gran habilidad en el manejo de la información, de las teorías, del conocimiento, de la experiencia en la práctica profesional y la intervención clínica. Y en todo esto, reflejaba un gran dominio que transmitía con mucha seguridad. Lo que generaba que el estudiantado lo percibiera como un docente guía, modelo y un profesional de la psicología competente. Ante esta percepción JA externa: “Un hombre de pocas palabras, pero de amplia sabiduría, un hombre de pocos amigos, pero de muchos y fieles admiradores, un gran psicólogo y un ser humano extraordinario, que trasciende”.

EL MAESTRO

Henry, en todo momento, mostraba una gran disposición para dar, en la cual reflejaba y trasmitía su pasión por la psicología, al compartir y construir el conocimiento junto con el otro, junto con, el o la estudiante. En ese proceso de enseñanza y aprendizaje se percibía su gozo y disfrute en lo que hacía.

Esta disposición de dar, de darse, da comienzo a una oportunidad para que la persona estudiante pudiera obtener de él muchos aprendizajes teóricos y prácticos que paulatinamente fueron conformando el “ser” profesional de cada uno, mediante el vínculo de enseñanza y aprendizaje, suscitado entre ambos. Esta experiencia de aprendizaje, concuerda con el concepto de educación de Hannah Arendt (1961),

quien indica que la educación es dar algo a alguien que no lo posee. Y es así, como el profesor Henry a través de la acción y la interacción con los estudiantes les donó esa entrega y entusiasmo por la psicología, al promover mediante la reflexión y el análisis la articulación de conocimientos y experiencia, para que el otro, la persona estudiante, pudiera definir qué quería ser y cómo podía serlo en esa conformación profesional.

Esta entrega en la enseñanza, que validaba la importancia y trascendencia de la psicología se ve reflejada en la narración de JA, quien dice: “Su característica forma de vestir sólo era un envoltorio, de un ser humano con una capacidad extraordinaria para enseñar, transmitir, compartir el vasto conocimiento en el área de la psicología, y lo adquirido en este proceso hoy ya es parte de muchas y muchos colegas en su práctica profesional.”

Henry desarrolló una experiencia pedagógica muy rica al propiciar una variedad de actividades de aprendizaje que confrontaron a los estudiantes con una serie de retos por superar. A través de esta pedagogía se resalta lo importante que es enseñar, se destaca la figura del docente como guía o mediador para que el estudiante pueda ser el constructor del conocimiento y el aprendizaje por medio de la articulación de los saberes curriculares, académicos y la experiencia.

Con esta visión, se suscitan dos contextos de aprendizaje: por un lado, el desarrollo profesional desde el programa de la carrera, donde Henry como profesor asumió algunos cursos de esa malla curricular definida por la universidad, con gran entrega, dinamismo y reflexión. Por el otro lado, se promueven procesos educativos de gran interés y crecimiento profesional: grupos de estudio sobre diferentes temáticas

(terapia con niños, terapia del abordaje de la depresión, terapia de duelo, prevención del suicidio), ateneos clínicos, creación de pequeños artículos, entre otros. Y es así, con este doble accionar que se perfila la construcción profesional, en cada uno de los participantes.

En relación a este proceso formativo, MF manifiesta: “Henry era sumamente exigente con sus cursos, pero sobre todo quería transmitir, enseñar y proponer otras muchas cosas más allá de los programas del curso.” Por lo que, al sumergirse en esta odisea, cada estudiante navegó por el mar de la intervención clínica sorteando los peligros de dicha práctica, con el acompañamiento, guía, orientación, pero, sobre todo, con la mirada y escucha atenta de un profesional comprometido con su labor de enseñanza.

Es por eso que, como docente, Henry siempre dejó entrever su habilidad psicoanalítica, por esa capacidad de escucha que lo caracterizaba en todo proceso o experiencia. Al respecto MF indica: “No importa desde cual corriente de intervención actualmente se practique, Henry Pérez transmitió una escucha y una lectura desde el psicoanálisis que no puede dejar de ser dicha y reconocida”. Esta característica del trabajo psicoanalítico es muy importante, porque el interés se centra en la capacidad de escucha del psicoanalista. Al respecto Esteban (2017) manifiesta:

La manera de escuchar del psicoanalista es un llamado a la verdad más íntima y profunda de su propia actitud fundamentalmente frente al paso que está dando y que muestra ser completamente diferente a todo otro contacto con psicólogos, educadores o médicos.

Es así como Henry Pérez marcó un contacto diferente en quienes fueron sus discípulos y mediante esa mirada y escucha atenta; ese ser en devenir, en constante transformación (el aprendiz), tiene la oportunidad de reconocerse y reconocer al otro, a través del cuestionamiento y la reflexión, hasta poder contar una historia y ser parte de esa historia. Siendo maestro, profesor o mentor, provocó en sus estudiantes la acción de comprometerse, donde todos eran responsables del dar y recibir, mediante la relación e interacción, en cada experiencia. En relación a esto ZF comenta: “Los recuerdos me remiten a mi vida en ese momento y esos espacios inigualables que tuvimos, muchas veces con algún asunto personal, social o de aprendizaje, añoraba los martes y las otras fechas para poder comentar…, ver…comprender…desde otra mirada…de esa que llegaba al corazón… y nos hacía sentir ese entendimiento profundo.”

Esos encuentros fueron momentos de mucho aprendizaje, de asumir nuevas posiciones y de ruptura de creencias. Por ello, FC señala: “Y él me respondió: F, al psicoanálisis no se le elige, él nos elige, no se elige desde el consciente, sino desde el inconsciente. A partir de ese día Henry se convertiría en mi MENTOR, en aquella persona que cambió mi entendimiento sobre las ciencias y la vida.” Es así como la visión académica, profesional y la vida misma de las personas estudiantes, fue atravesada por el conocimiento, experiencia y saber del maestro, quien dejó una huella imborrable.

EL ADIÓS

La partida inesperada de Henry, es una pérdida significativa para la academia, la psicología y la sociedad costarricense en general. Su desempeño en diferentes áreas es irremplazable. Y quienes lo conocieron o fueron traspasados por sus enseñanzas hoy deben de aprender a adaptar esta realidad a sus vidas.

No hay otro psicólogo u otro profesor como Henry Pérez. Él fue un maestro, un mentor. Físicamente hoy no está, pero su huella, su enseñanza, su pasión quedan grabadas en el ser profesional de muchos psicólogos. Siempre marcó una diferencia y validó la práctica en intervención clínica. Fue toda una escuela en el arte de escuchar.

Hoy lamentamos su partida y con esta pequeña historia, se le hace homenaje a un profesional íntegro y cabal en el ámbito de la psicología. Son muchas e invaluables las experiencias vividas con Henry Pérez, pero las mismas siempre quedarán guardadas en el corazón y se verán reflejadas en la vida profesional de quienes compartieron con él en algún momento. Ante esto se retoman las palabras de EV, quien dice: “Mil gracias a quien inspiró con conocimiento y sabiduría, a él quien motivó a que nuestros inicios en psicología se forjaran para un gran futuro en el saber y la práctica. Desde diferentes áreas, en mi caso la educación, comprender al ser humano, saber leer su mirada, sus gestos, expresión corporal entre otros y sobre todo estar presente para escuchar todo lo que quiere expresar e impulsarlo a superar cada día todos sus anhelos e ideas. Gracias a él, hoy disfruto la oportunidad de compartir día a día, año a año con cada uno de mis alumnos en la Educación Inicial.”

Nunca olvidaremos esa capacidad de entrega profesional, al darse completamente en cada experiencia de aprendizaje. Tal y como lo apunta AG: “Henry, si bien es cierto, fue generoso en su transmisión. También lo fue acuerpándome con mi primer paciente, un niño de 5 años. Fue más allá de ser el supervisor de un ejercicio de práctica, donde me ayudó a integrar el conocimiento teórico con el arte de la práctica. Y además me apoyó y acompañó para vencer los temores y fantasmas que salían a mi camino, en esta experiencia.” Henry siempre acompañó los procesos, por lo que brindó constante retroalimentación y generó seguridad para la intervención clínica.

Hoy hay tanto qué agradecerle. Lamentablemente no se tuvo el tiempo para hacérselo saber en vida. Pero, donde esté, las gracias infinitas, la admiración y el aprecio de muchos estudiantes, discípulos y aprendices le abriguen.

¡Hasta siempre Henry!

CONCLUSIONES

La experiencia educativa vivida con el profesor Henry Pérez dejó inscrita la función básica del maestro: la trasmisión del conocimiento y la formación de personas profesionales en el área de la psicología capaces de incorporarse a la sociedad a través del saber, con un sentido humano.

En esta formación profesional, en dos vías: la academia en el ámbito universitario y los grupos de estudios que dirigió Henry de manera particular, el estudiante en

formación y discípulo toma conciencia de la trascendencia de su labor profesional ligada al compromiso, responsabilidad, respecto y acompañamiento del otro.

Henry, un psicólogo con vocación docente.Fue un profesor que dejó huella, una huella imborrable. Como profesor no solo fue excelso en la disciplina, sino que también con su particular forma de enseñar se convirtió en un guía, en un mentor, en un transformador de vida en sus estudiantes, motivándolos a encontrar el sentido al aprendizaje adquirido. Y con sus enseñanzas quedó grabado en el corazón de muchos de sus alumnos y así se mantendrá por siempre. Parafraseando a Henry Adams: “el maestro deja una huella para la eternidad, nunca se puede decir cuándo se detiene su influencia”. Dado que en cada estudiante quedó su legado: la pasión, la inspiración, la escucha atenta, la sensibilidad social, el humanismo y la transmisión de conocimientos. Y este legado, se pondrá en evidencia en la práctica profesional de cada uno de ellos.

Finalmente se puede mencionar que, a través del relato de las experiencias de las personas estudiantes, se hace evidente la historia. La historia de un profesor, con una buena práctica pedagógica, inspiradora y creativa. Y con esta breve reconstrucción histórica se dignifica la labor profesional y pedagógica del Maestro Henry Pérez Morera.

 

BIBLIOGRAFÍA

Arendt, Hannah (1961). La crise de la culture. Paris: Gallimard

Caycedo Bustos, María Ligia (2007) La muerte en la cultura Occidental: antropología de la muerte. Revista colombiana de psiquiatría. Vol. 36. N° 2 abril /junio 2007. Bogotá.

Esteban, Laura M (2017). ¿Cómo escucha el psicoanalísta?. Blog de psicología. España.

Fernández Arellano, Flor (2006) El significado de la muerte. Revista digital universitaria. Vol. 7. N° 8. México.

Maldonado, Norma y otros (2011) Diversidad cultural en los currículos de psicología. Revistas Unife. Vol. 19. N° 1. Enero-Julio.

Suárez, Daniel (2021) Investigación narrativa, relatos de experiencias y revitalización del saber pedagógico. Revista de Educación Vol. 2. N° 31. Buenos Aires.

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